El montaje de esta exposición se sustenta en un estudio comparativo de la indumentaria representada en vasos y figurillas prehispánicas, con las prendas actuales de la colección del Museo Ixchel. Su objetivo consistió en identificar prendas y formas de uso que pudieron haber persistido en el tiempo. En el caso de la indumentaria masculina, la mayoría de las prendas de origen prehispánico han desaparecido, aunque todavía se percibe alguna influencia.
La indumentaria femenina, sin embargo, conserva el corte, el huipil, el su't y los tocados, cuya similitud se hace obvia al observar las prendas actuales y las formas en que éstas se llevan.
En esta sala se presenta una nueva etapa en la historia de la indumentaria indígena, derivada de las profundas transformaciones culturales, políticas, sociales y económicas que tuvieron lugar en el país con la conquista y la colonización española.
Se dio un proceso de sincretismo en el seno de la tradición textil, pues persistieron elementos prehispánicos, pero se incorporaron muchos elementos traídos por los españoles. Surgió la tradición maya-hispánica, con rasgos que la diferencian de la tradición indígena.
Se inició la modernización de la indumentaria maya con la hilatura industrial, que tomó mayor fuerza alrededor de 1880, con la fundación de la fábrica Cantel, situada en Quetzaltenango. A finales del siglo XIX, las tejedoras y los tejedores indígenas de muchas comunidades empezaron a sustituir el hilo de algodón blanco hilado a mano por el hilado industrialmente, que se importaba al país o se producía en la fábrica Cantel.
En la última sala de la exposición permanente se explican las continuidades y las transformaciones que han ocurrido en la indumentaria indígena, desde 1960 hasta nuestros días. Entre los cambios más importantes que ocurrieron, cabe destacar la introducción de fibras de origen químico, que ampliaron la gama y brillantez de los colores disponibles, y una mayor difusión del bordado a máquina.