El museo alberga una colección pictórica de óleos realizados por el pintor kaqchikel Andrés Curruchich (1891–1969), uno de los pioneros de la pintura popular o tradicional de Guatemala. Sus obras plasman la vida cotidiana de su pueblo, San Juan Comalapa (Chimaltenango), a través de escenas como la tapisca del maíz, el corte de pelo, el lavado de ropa y el mercado en la plaza, al igual que tradiciones locales como procesiones de Semana Santa, posadas, visita del Niño Jesús, danzas, celebraciones en honor a San Juan, patrono del poblado y ceremonias de las cofradías. También representó ritos como la bendición de una casa, un bautizo, un casamiento y la serenata a un difunto en su camino al cementerio.
Los personajes que aparecen en sus obras son de gran interés pues muestran la indumentaria comalapense, exceptuando a los comerciantes originarios de otras comunidades. Aunque hizo anotaciones al pie de sus cuadros, no incluyó fecha alguna, por lo que se estima que la obra expuesta puede situarse a mediados del siglo XX. En ese entonces lo descubrió el señor Gustavo Stahl, conocedor de arte que conformó la colección que posteriormente su familia donó al Museo Ixchel.
Su't es una palabra usada en varios idiomas mayas y que en español designa a un paño, pañuelo o servilleta. Está formado por uno o dos lienzos, unidos por una costura bordada (randa). Su origen es muy antiguo y fue utilizado por los Mayas.
El su't está presente en la vida indígena, tanto en actividades de la vida cotidiana, como en la vida ceremonial y religiosa. Además, tiene muchos usos y aún lo hace más interesante, que basta con doblarlo de cierta manera para que funcione como suéter o bolsa, entre otros.
En Guatemala, las Cofradías Indígenas, o las hermandades religiosas, son una parte integral del sincretismo cultural de los pueblos donde aún permanecen las costumbres y tradiciones ancestrales. Originalmente establecidas para la propagación del catolicismo, por casi quinientos años, han adquirido un status religioso, civil y político.
Las cofradías, custodias de sabiduría ancestral, forman parte de la cultura sincrética de localidades que aún se apegan a las costumbres y las tradiciones de los antepasados. Como se muestra en esta exposición, las diferencias de color, textura, diseños y el uso se evidencian en las prendas de vestir y textiles, utilizados por miembros de varias cofradías y mayordomías representados.
El Museo Ixchel resguarda la colección de acuarelas que Carmen L. Pettersen pintó entre 1970 y 1975. Esta connotada artista guatemalteca plasmó en ellas, con inigualable calidad pictórica, detalle y fidelidad, los trajes distintivos de diversas comunidades mayas de Guatemala.
Sus obras son un valioso testimonio gráfico de la indumentaria usada por los mayas desde 1940 hasta mediados de la década del 1970. En la sala que exhibe las acuarelas de doña Carmen, se aprecian objetos y recuerdos de su vida, además de las distinciones que recibió.
El uso de la vestimenta tradicional indígena ha sido más prevalente en las mujeres, y en cambio, la mayoría de hombres ha dejado de llevarla. Por ello es que el Museo Ixchel del Traje Indígena le dedica un espacio a las prendas tradicionales masculinas en la exposición “Hombres de Tradiciones y Costumbres”.
Esta exhibición comprende piezas elaboradas entre 1900 y 1960, presentadas por grupos lingüísticos y regiones culturales. Está conformada por camisas vestidas en diversas ocasiones y un pantalón de Almolonga, elaborado aproximadamente en 1900. Las camisas son parte de la donación hecha al Museo en memoria de Monseñor Carlos Sánchez, quien los recolectó por sus características estéticas, etnográficas e históricas. Esta colección, valiosa por su aporte a la historia de la tradición textil maya de Guatemala, se hace accesible al público a través de esta muestra.
Indumentaria antigua y moderna portada por mujeres de cofradías en Patzicía, Comalapa, San Martín Jilotepeque, Chajul, Nebaj y Cotzal muestra diferentes materiales, tamaño de diseños y colores, entre otros.
Las prendas se lucen en el ciclo ritual de cofradías y denotan la jerarquía de estas. Destacan por confeccionarse con elementos propios de cada comunidad, como hilos y adornos de la mejor calidad para rendir culto al santo. Las técnicas suelen ser complejas y ser ejecutadas por especialistas.
Esta vestimenta es distintiva de integrantes de cofradías, quienes organizan ceremonias en torno a la devoción al santo. Los fieles, que reciben bendiciones, entretejen la trama y la urdimbre que les da significado.
Las insignias del santo denotan poder y autoridad de cofradías.
Las fotografías presentadas son universos de devoción, fervor y compromiso de las cofradías por mantener costumbres y tradiciones.
Es resultado de investigación de campo realizada en las seis comunidades expuestas.